RESEÑA CINCUENTA SOMBRAS DE GRAY

El argumento de cincuenta sombras se podría describir como un moderno y urbano cuento de hadas, aunque en el caso de esta trilogía, el príncipe se ha substituido por un atractivo y sombrío millonario americano, y la cenicienta está encarnada por una joven recién titulada a la que el azar (que no la suerte) le abre las puertas de la vida adulta y del placer sexual.
Cincuenta sombras de Grey, nos es narrada en primera persona por Anastasia Steele, una estudiante de literatura inglesa. Como favor a Kate, su mejor amiga, compañera de piso y redactora de la revista de la facultad, accede a hacerle una entrevista a Christian Grey, uno de los hombres más ricos de Estados Unidos, un joven apuesto y triunfador que dirige uno de los holdings empresariales más poderosos del país y es el principal mecenas de la Universidad.
El encuentro entre ambos y la atracción resultante de la entrevista harán que Grey quede cautivado por la sensualidad, la frescura y el carácter de Anastasia, y se inicie una relación sentimental entre ellos. El mundo inocente y enamoradizo de Anastasia se romperá al descubrir que Christian esconde una cara oscura y sombría, unas inclinaciones sexuales dominadas por el sadismo y la sumisión. Grey intentará introducir a Anastasia en su realidad sexual y afectiva, mientras ella intentará averiguar el porqué de los gustos y la forma de ser de Christian. Todo un descenso a los infiernos en el que el sexo “duro”, el castigo y las carencias afectivas serán las protagonistas.
Cincuenta sombras de Grey, como les decía, podría considerarse una actualización “sui generis” de un clásico cuento de hadas. Algo como una fábula urbana en la que se potencian algunos de sus elementos más sórdidos. Pero no se asusten… La novela, y la trilogía por extensión si sigue el camino marcado por la primera entrega, está dirigida a un público amplio. No por otra se ha considerado una novela para las amas de casa, para aquellas mujeres que buscan emociones fuertes que las hagan salir de la monotonía de la rutina diaria. Y la novela lo consigue, además de narrar algunas escenas que disparan, sin duda, la lívido de aquel o aquella que la lea. Les comento…
E. L. James, ha cocinado, si me permiten que utilice esta metáfora, una novela que incluye algunos de los elementos de las fábulas amorosas de siempre: el príncipe maravillosos y atractivo que se enamora de la joven servicial e inocente, y normalmente con pocos recursos, a la que brinda la oportunidad de vivir una vida de ensueño. Si bien James nos propone un mundo más que de cuento, de pesadilla, en lo que respecta a la afectividad y la sexualidad de sus protagonistas. La imagen del atractivo y afortunado príncipe se nos resquebrajará muy pronto cuando conozcamos, al mismo tiempo que lo hace Anastasia, las tendencias sexuales de Grey, dominadas por el sadismo, la sumisión y la violencia (controlada, claro está), y su incapacidad de mantener una relación “normal” con la chica a la que quiere. Todo ello se potencia con la inocencia sexual y las dudas de Anastasia, que no ha mantenido aún una relación amorosa con ningún chico, lo que hace más extrema la diferencia entre los dos.
La trama de la novela se centrará, pues, en la relación que establecen ambos, que nos será narrada en primera persona y en presente, desde el punto de vista de Anastasia. Sus temores a ser arrastrada al mundo sombrío y violento de Grey, a esas cincuenta sombras a las que hace referencia el título, y su reacción ante las apetencias y necesidades sexuales de Christian. Un miedo que se opone, sin embargo, a la pasión y la atracción que siente Anastasia por él. Una encrucijada sentimental y, desde luego, sexual ante la que Anastasia tendrá que decidirse: el mundo oscuro y sumiso de Grey o la rutina diaria de su vida antes de conocerle.
La novela, como no podría ser de otra forma debido a su temática, está repleta no solo de las reflexiones y las dudas de Anastasia, sino también de escenas de sexo “duro” y dominación, si bien descritas desde el orden y la compostura que un best-seller requiere. No se vayan a pensar que Cincuenta sombras de Grey es una novela pornográfica, ni mucho menos, pero si les aseguro que los latidos de su corazón y su tensión sanguínea se alterarán con la lectura del libro, gracias a la capacidad imaginativa (o eso espero!!) y descriptiva de James. Si bien, algo destacable es la brevedad de la mayoría de las escenas “más subidas de tono” de la novela, algo que a mí, personalmente, me sorprendió.
Otro de los elementos interesantes de la novela es el carácter perfeccionista, obsesivo y controlador que la autora concede a Christian Grey, uno de los elementos que, por cierto, más irritarán y fastidiarán a Anastasia, pero que al mismo tiempo permitirán algunos de los diálogos y reflexiones más interesantes de la novela, algo en lo que sí que se esmera James, hasta el punto de que en algún momento pueden llegar a ser algo repetitivos, como lo son las continuas dudas que todos tenemos en relación a aquellos problemas que nos preocupan a diario. Algo a destacar también son los “personajes internos” que ayudan a Anastasia a tomar sus más difíciles decisiones. Todo un acierto…
Cincuenta sombras de Grey es una novela de pocos personajes, dos principales Christian y Anastasia, y algunos pocos más de secundarios, y como les decía, se centra mucho en la relación que mantienen ambos, ya sea tanto en vivo como a distancia, a través de todos los chismes “de control” con los que Grey regalará a su novia-sumisa. Son interesantes las conversaciones que ambos mantienen a través de correo electrónico, y que nos muestran como las nuevas tecnologías también permean la literatura escrita en papel.
Pero en fin, Cincuenta sombras de Grey no es más que un acicate, una propuesta atrevida y erótica (que no pornográfica, al menos para mi gusto) para un público amplio que nos permitirá estimular un tanto las acaloradas, y por qué no, sensuales noches de veranos, en las que la excitación visual y la imaginación más calenturienta invaden nuestros sentidos, estímulos éstos que son transmitidos a nuestro cerebro y nos fuerzan a pensar, a imaginar y por qué no, a hacer, “cosas” que no acostumbramos HACER. Y por qué no, a leer Cincuenta sombras de Grey.

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